SINOPSIS:

“La cima del médano” no es una novela. Para nada. Aunque podría haberlos ido, pues tiene su sabor. Pero posee el tremendo valor de ser un libro de memorias, de hechos acaecidos realmente, con seres que tuvieron carne, hueso y espíritu. Espíritu verdaderamente aventurero. ¿No era acaso una aventura el establecerse en el suroeste de nuestra provincia porteña, allá casi en La Pampa, inmensa y pesadamente cargada de soledad y peligros? No eran sólo los indios, sino las alimañas, entre las que se destacaban por su bravura el puma (o león de los paisanos), el tigre, etc. quienes infundían el temor hasta ante los más templados.

Allí echarían raíces algunos estancieros que apuntalarían, a la postre, la conquista de nuestro avance civilizador.

Esta es la historia de una de esas viejas estancias pioneras “La equidad”. ¿Cómo no han de resultar atrapantes estas páginas que rebozan de interés y humanidad? La misma autora confiesa que al volcar en ellas los recuerdos que ha de relatar, tiene presente que todo lo relacionado con nuestra tierra y la historia de nuestro suelo, resulta de interés, no sólo para los que han nacido bajo la Cruz del Sur, sino también para aquellos que se sienten atraídos por los relatos de costumbres autóctonas y todo lo que ha contribuido, en parte, a la formación del país.

Carlos Antonio Moncaut


Al volcar en estas páginas los recuerdos que voy a relatar, tengo en cuenta esas razones, pero si he de hablar con franqueza, creo que verdaderamente lo hago, más como una manera de desahogar la nostalgia que embarga mi corazón y, así al evocar los acontecimientos que con tanto cariño rememore, vuelvo a vivir aquellas horas, y me consuelo algo, de haberlas perdido para siempre.


Esta es la historia de una “estancia” argentina, fundada a principios de siglo, en terrenos desérticos, ganados al indio, hacia el sudoeste de la Provincia de Buenos Aires.

En lugares donde el cacique PICHI-YANQUETRUZ campeaba con sus huestes, asolando con sus malones, robando y matando, un grupo de hombres valientes y visionarios tuvo fe en aquella tierra desahuciada y con perseverancia y tesón, consiguieron su propósito: transformarla en progresistas establecimientos agrícola-ganaderos.

A ELLOS, la PATRIA, les debe el haber ganado tierras para el progreso y el aleccionador ejemplo de su trabajo.

Y NOSOTROS, les debemos la dulce nostalgia de una época que pasó, dejando una huella indeleble, en el recuerdo de los que vivimos.

María Cristina Correa Viale

 

DETALLES:

Sin escrituras ni subrayados.

Tapas levemente ajadas.

Hojas algo amarillentas.

CANT. DE PÁGINAS: 274

SINOPSIS:

“La cima del médano” no es una novela. Para nada. Aunque podría haberlos ido, pues tiene su sabor. Pero posee el tremendo valor de ser un libro de memorias, de hechos acaecidos realmente, con seres que tuvieron carne, hueso y espíritu. Espíritu verdaderamente aventurero. ¿No era acaso una aventura el establecerse en el suroeste de nuestra provincia porteña, allá casi en La Pampa, inmensa y pesadamente cargada de soledad y peligros? No eran sólo los indios, sino las alimañas, entre las que se destacaban por su bravura el puma (o león de los paisanos), el tigre, etc. quienes infundían el temor hasta ante los más templados.

Allí echarían raíces algunos estancieros que apuntalarían, a la postre, la conquista de nuestro avance civilizador.

Esta es la historia de una de esas viejas estancias pioneras “La equidad”. ¿Cómo no han de resultar atrapantes estas páginas que rebozan de interés y humanidad? La misma autora confiesa que al volcar en ellas los recuerdos que ha de relatar, tiene presente que todo lo relacionado con nuestra tierra y la historia de nuestro suelo, resulta de interés, no sólo para los que han nacido bajo la Cruz del Sur, sino también para aquellos que se sienten atraídos por los relatos de costumbres autóctonas y todo lo que ha contribuido, en parte, a la formación del país.

Carlos Antonio Moncaut


Al volcar en estas páginas los recuerdos que voy a relatar, tengo en cuenta esas razones, pero si he de hablar con franqueza, creo que verdaderamente lo hago, más como una manera de desahogar la nostalgia que embarga mi corazón y, así al evocar los acontecimientos que con tanto cariño rememore, vuelvo a vivir aquellas horas, y me consuelo algo, de haberlas perdido para siempre.


Esta es la historia de una “estancia” argentina, fundada a principios de siglo, en terrenos desérticos, ganados al indio, hacia el sudoeste de la Provincia de Buenos Aires.

En lugares donde el cacique PICHI-YANQUETRUZ campeaba con sus huestes, asolando con sus malones, robando y matando, un grupo de hombres valientes y visionarios tuvo fe en aquella tierra desahuciada y con perseverancia y tesón, consiguieron su propósito: transformarla en progresistas establecimientos agrícola-ganaderos.

A ELLOS, la PATRIA, les debe el haber ganado tierras para el progreso y el aleccionador ejemplo de su trabajo.

Y NOSOTROS, les debemos la dulce nostalgia de una época que pasó, dejando una huella indeleble, en el recuerdo de los que vivimos.

María Cristina Correa Viale

 

DETALLES:

Sin escrituras ni subrayados.

Tapas levemente ajadas.

Hojas algo amarillentas.

CANT. DE PÁGINAS: 274

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