SINOPSIS:
Si hay un género antiguo en la historia de la literatura mundial, ése es el género erótico. En las variantes de poesía, drama o narrativa, desde la Antigua Grecia con Los diálogos de las cortesanas, de Luciano; El satiricón, de Petronio, en la Roma clásica o, si nos alejamos en las geografías, el Kamasutra de la India o venido del Oriente medio, No hay época ni lugar que no cuente con una extensa variedad de relatos cargados de sensualidad y erotismo.
La vida amorosa mostrada sin tabúes, los encuentros sexuales con, muchas veces, sus excesos de lujuria y obscenidad, fueron y son tratados por autores de finísima escritura y consumidos por un público por demás heterogéneo en clases y culturas.
algunas veces revestidas de una fuerte crítica social, como la literatura del Marqués de Sade, otras veces satirizando las convenciones sociales, otras rozando la didáctica y la filosofía; pero siempre, siempre, lo que pone en descubierto la literatura erótica es ese eco primigenio: la eterna danza de cuerpos en un continium de sometimiento y sumisión, de permiso y prohibición, de goce y deseo. Limitada a los ámbitos del cuerpo, pero lucha al fin ni más ni menos que por la eterna disputa de poder.
Y es a partir de esa evidencia desde donde podremos disfrutar sin censuras ni “pre-juicios” de los relatos de las Memorias de una princesa rusa. Se desconoce el autor, pero sí podemos ubicarlos en el tiempo y en el espacio: fines del siglo XVIII en las Cortes de San Petersburgo, lugar y época de orgías colectivas, escandalosas por sus excesos y perversiones. La protagonista, Vávara Softa, es una muy joven dama de la corte, hija de un príncipe; su participación en este clásico relato imperecedero: activa, asombrosa por su lascivia, procacidad e impudor.
La literatura, que de eso se trata, en este texto pone en palabras lo erótico que interesa a la imaginación y la libido de todos.
DETALLES:
Sin marcas, escrituras ni subrayados
Excelente estado, como nuevo
SINOPSIS:
Si hay un género antiguo en la historia de la literatura mundial, ése es el género erótico. En las variantes de poesía, drama o narrativa, desde la Antigua Grecia con Los diálogos de las cortesanas, de Luciano; El satiricón, de Petronio, en la Roma clásica o, si nos alejamos en las geografías, el Kamasutra de la India o venido del Oriente medio, No hay época ni lugar que no cuente con una extensa variedad de relatos cargados de sensualidad y erotismo.
La vida amorosa mostrada sin tabúes, los encuentros sexuales con, muchas veces, sus excesos de lujuria y obscenidad, fueron y son tratados por autores de finísima escritura y consumidos por un público por demás heterogéneo en clases y culturas.
algunas veces revestidas de una fuerte crítica social, como la literatura del Marqués de Sade, otras veces satirizando las convenciones sociales, otras rozando la didáctica y la filosofía; pero siempre, siempre, lo que pone en descubierto la literatura erótica es ese eco primigenio: la eterna danza de cuerpos en un continium de sometimiento y sumisión, de permiso y prohibición, de goce y deseo. Limitada a los ámbitos del cuerpo, pero lucha al fin ni más ni menos que por la eterna disputa de poder.
Y es a partir de esa evidencia desde donde podremos disfrutar sin censuras ni “pre-juicios” de los relatos de las Memorias de una princesa rusa. Se desconoce el autor, pero sí podemos ubicarlos en el tiempo y en el espacio: fines del siglo XVIII en las Cortes de San Petersburgo, lugar y época de orgías colectivas, escandalosas por sus excesos y perversiones. La protagonista, Vávara Softa, es una muy joven dama de la corte, hija de un príncipe; su participación en este clásico relato imperecedero: activa, asombrosa por su lascivia, procacidad e impudor.
La literatura, que de eso se trata, en este texto pone en palabras lo erótico que interesa a la imaginación y la libido de todos.
DETALLES:
Sin marcas, escrituras ni subrayados
Excelente estado, como nuevo